Ayer un mosquito de rayas blancas como una zebra de la selva breve y aérea aterrizó sobre mi cintura y antes de que pudiera atinar a aplastarlo la mano de Bernardo me pegó en el blanco dando por muerto al invasor. Al ver lo más detenidamente, ya agonizando o tal vez muerto, noté que en sus finas patas negras tenía pintas blancas. Dengue dengue, pensé. Dunga dunga, oí decir al mosquito en su lecho de muerte, desvariando quizás deseando seguir viviendo maldiciendo al Paraguay por difamar a su especie.
Son días de humedad.
De humedad y agua líquida y mojadez en las ojeras cargadas de un color medio morado y gris oscuro.
De treinta grados centígrados y nubosidad variable y nubes de mosquitos invadiendo la ciudad y pesadez de cuerpos y mentes.
Son días de humedad.
nachop? cleg.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Hurra!
Hoy sí puedo comentar, y de paso inagurar comentarios. Bienvenido, cleg, la internete se regocija con su irrupción mosquitera.
:)
Publicar un comentario