lunes, 28 de junio de 2010
Ciudad porteña
Y en el fin de la ciudad está el río, donde ya no se puede avanzar mas y hay mucha negrura -porque es de noche, porque fue de noche que llegue hasta el fin de la ciudad a donde no se puede avanzar más. Dos hombres de Gendarmería custodian la nada en la oscuridad teñida de los faroles del auto encendido, al borde del Rio de La Plata, en el lugar donde no hay ribera ni playa ni nada, solo areneras, grúas, la avenida sin nombre y el rio negro. Y mas alla en el muelle frente al Aeroparque los gendarmes, otros, dan vueltas alrededor de un puesto de panchos, lo estudian, lo rodean, hasta que finalmente se comen un pancho. No ven que el río esta diciendo otra cosa, que las olas al rebotar con la defensa reflejan la luz de la luna y dibujan luces de neón, como rayitas eléctricas que anuncian otra noche en algún otro lugar lejano en el centro de la ciudad. Y las rayitas se unen y se separan, se atan y se desatan, se enrulan y marean y hablan de otro sitio pero están ahí, cerca del borde de la avenida, en el agua sucia del río, debajo del viento frío donde se deja andar un ultimo paso.
sábado, 22 de noviembre de 2008
Globos (canción sin rima para una tarde sin suerte)
Hombre araña,
vendiendo globos
de hombre araña
y Sara Key
Vestido de rojo
a cara cubierta
con su disfraz y arrojo
en la plaza de Armenia
Hombre araña
luchando con el viento
para armar los globos
héroe solitario de sábado por la tarde
Hombre araña
cómo ibas a saber
que justo en ese momento
iban a llegar
las promotoras de Fiat quinientos
llenas de globos
llenas de globos blancos para regalar
Hombre araña
nadie vio la cara detrás de la máscara
de una tarde sin suerte
vendiendo globos
de hombre araña
y Sara Key
Vestido de rojo
a cara cubierta
con su disfraz y arrojo
en la plaza de Armenia
Hombre araña
luchando con el viento
para armar los globos
héroe solitario de sábado por la tarde
Hombre araña
cómo ibas a saber
que justo en ese momento
iban a llegar
las promotoras de Fiat quinientos
llenas de globos
llenas de globos blancos para regalar
Hombre araña
nadie vio la cara detrás de la máscara
de una tarde sin suerte
miércoles, 9 de julio de 2008
Futurologia Peronista 4 - 2045
Y para el 17 de Octubre de 2045 lograron finalmente lo impensado. La imagen del General Perón podía verse en el cielo, del tamaño del horizonte, radiante y en blanco y negro. Por los parlantes estratégicamente ubicados en postes de luz era audible desde cualquier rincón de la ciudad su discurso. Su cara se veía nítida, y sólo no la veían quienes bajaban la cabeza hasta mirar solamente las baldozas en las veredas. El sol había asistido a la cita puntualmente, y apenas había unas nubes rosadas que daban a la imagen un tono más humano. El centesimo aniversario del cuarenta y cinco honraba a las circunstancias. Y la imagen quedaría allí todos los días hasta la eternidad.
Fernandez contemplaba orgulloso el espectáculo, su propia creación; ahora su permanencia en la conducción de la CGT estaba asegurada. Y con ello cientos de hectáreas de campo que se le habían prometido como recompensa. No era nada fácil adquirir los campos, controlados por un sistema central, Abstrakta, que determinaba tanto los destinatarios como lo que debía sembrarse cada año, precios, y condiciones de exportación. Ahora Fernandez iba a pertenecer a esa elite, y le brillaban los ojos imaginando enormes campos sembrados con soja observados por la imagen del General en el cielo. Recordó a su abuelo y se emocionó, corrían tiempos de mucha sensibilidad. La distribución de la riqueza había llegado, y le había llegado a él, hijo de empleado público y nieto de empleado público.
Ahora quedaba una misión más para cumplir. Lograr la imagen del General Perón en el cielo era solo la primera de una serie de acciones secretas que tenían recompensas cada vez mayores, dictadas por el Poder Central Permanente Juan Domingo Perón y emitidas desde volantes que caían desde un zepellin que surcaba los cielos. El uso de aviones había quedado muy relegado desde que el aeropuerto de Ezeiza había sido cerrado y transformado en un Museo de la Memoria. El Zepellin asimismo era más impactante y cada vez que abría una pequeña ventana de la cual caían papeles, cientos de militantes esperaban ansiosos su oportunidad de pertenecer a la nueva burguesía peronista.
El último panfleto cayó esa misma tarde y era muy preciso. La agrupación rebelde Aluvión Zoológico debía ser eliminada totalmente. Fernandez conocía por sus influencias algunos movimientos de esa agrupación, que funcionaba desde algún lugar de los suburbios de la ciudad de Rosario y transmitia sus ideas a través de una internet secreta, aún no descifrada por las autoridades y fuera de la Intered Justicialista oficial. Como Fernandez, para cientos de militantes, en su mayoría empleados públicos o subsidiados, comenzaba una nueva quimera. Fernandez levantó la vista y sin poder controlar el llanto, comenzó a cantar la marcha peronista a todo volumen, cobijado por la gran pera argentina plena de vigencia y autenticidad. Más presente que nunca antes.
Fernandez contemplaba orgulloso el espectáculo, su propia creación; ahora su permanencia en la conducción de la CGT estaba asegurada. Y con ello cientos de hectáreas de campo que se le habían prometido como recompensa. No era nada fácil adquirir los campos, controlados por un sistema central, Abstrakta, que determinaba tanto los destinatarios como lo que debía sembrarse cada año, precios, y condiciones de exportación. Ahora Fernandez iba a pertenecer a esa elite, y le brillaban los ojos imaginando enormes campos sembrados con soja observados por la imagen del General en el cielo. Recordó a su abuelo y se emocionó, corrían tiempos de mucha sensibilidad. La distribución de la riqueza había llegado, y le había llegado a él, hijo de empleado público y nieto de empleado público.
Ahora quedaba una misión más para cumplir. Lograr la imagen del General Perón en el cielo era solo la primera de una serie de acciones secretas que tenían recompensas cada vez mayores, dictadas por el Poder Central Permanente Juan Domingo Perón y emitidas desde volantes que caían desde un zepellin que surcaba los cielos. El uso de aviones había quedado muy relegado desde que el aeropuerto de Ezeiza había sido cerrado y transformado en un Museo de la Memoria. El Zepellin asimismo era más impactante y cada vez que abría una pequeña ventana de la cual caían papeles, cientos de militantes esperaban ansiosos su oportunidad de pertenecer a la nueva burguesía peronista.
El último panfleto cayó esa misma tarde y era muy preciso. La agrupación rebelde Aluvión Zoológico debía ser eliminada totalmente. Fernandez conocía por sus influencias algunos movimientos de esa agrupación, que funcionaba desde algún lugar de los suburbios de la ciudad de Rosario y transmitia sus ideas a través de una internet secreta, aún no descifrada por las autoridades y fuera de la Intered Justicialista oficial. Como Fernandez, para cientos de militantes, en su mayoría empleados públicos o subsidiados, comenzaba una nueva quimera. Fernandez levantó la vista y sin poder controlar el llanto, comenzó a cantar la marcha peronista a todo volumen, cobijado por la gran pera argentina plena de vigencia y autenticidad. Más presente que nunca antes.
jueves, 5 de junio de 2008
Estadística curiosa de la bonaerense
El 45% de los hombres de ciudadanía boliviana alcoholizados provocan disturbios en la calle. Esta estadística apareció en la pantalla del programa Policías en acción el día 4 de junio 2008.
* * *
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lunes, 2 de junio de 2008
Desmemorias de Veitía - Primera parte
Veitía se dejó caer. Como una bolsa de residuos negra llena de cáscaras de manzana y fideos pegados, rebotó contra el piso de la manera mas tosca e insulsa. La caída no era desde una altura considerable, solo un metro desde un muro donde detrás había un césped elevado y con pendiente. Veitía venía rodando por el pasto y no opuso resistencia al llegar al borde. No previó que podía golpear su cabeza contra la baldoza de la vereda, pero eso fue lo que sucedió. El golpe fue seco y si bien no hizo mucho ruido, lo sintió fuerte en la nuca. Vió cinco estrellas sobrevolando sobre su frente, estrellas de cinco puntas. Y luego de un instante, se dió cuenta de que no recordaba nada de lo sucedido los últimos días.
El tiempo estaba apacible; cielo despejado, temperatura agradable. Unas pocas nubes bien blancas viajaban lentamente hacia el sur. Cuando Veitía se reincorporó, eso lo tranquilizó un poco por unos segundos. Pero pronto una sensación de ansiedad lo comenzó a invadir al advertir que no se acordaba nada de lo que había pasado los últimos siete días. Su último recuerdo era estar caminando con un ramo de flores a la casa de Depoulli el primer miércoles de junio. En su teléfono móvil consultó la fecha. Eran justo siete días.
Depoulli era esbelta y tenía los hombros un poco torcidos, es decir desparejos. Siempre que se ponía nerviosa su cuerpo tomaba otra forma, algo torpe y desincronizado. Pero sus labios rojos en contraste con la piel blanca, y el pelo rojizo tapando un poco los ojos que miraban muy por detrás seducían a Veitía a cada instante. Desde que la había conocido había quedado tonto por ella. Y no sabía disimularlo. Veitía no sabía de disimulos.
Y sin rumbo ni propósito alguno, mientras se tocaba la cabeza, Veitía empezó a caminar por la calle al borde de la acera a paso lento. Siete días faltaban. Ciento sesenta y ocho horas de su vida se habían perdido en alguna parte. Pero lo peor era la sospecha de que el tiempo no era lo único que le estaba faltando en ese momento.
El tiempo estaba apacible; cielo despejado, temperatura agradable. Unas pocas nubes bien blancas viajaban lentamente hacia el sur. Cuando Veitía se reincorporó, eso lo tranquilizó un poco por unos segundos. Pero pronto una sensación de ansiedad lo comenzó a invadir al advertir que no se acordaba nada de lo que había pasado los últimos siete días. Su último recuerdo era estar caminando con un ramo de flores a la casa de Depoulli el primer miércoles de junio. En su teléfono móvil consultó la fecha. Eran justo siete días.
Depoulli era esbelta y tenía los hombros un poco torcidos, es decir desparejos. Siempre que se ponía nerviosa su cuerpo tomaba otra forma, algo torpe y desincronizado. Pero sus labios rojos en contraste con la piel blanca, y el pelo rojizo tapando un poco los ojos que miraban muy por detrás seducían a Veitía a cada instante. Desde que la había conocido había quedado tonto por ella. Y no sabía disimularlo. Veitía no sabía de disimulos.
Y sin rumbo ni propósito alguno, mientras se tocaba la cabeza, Veitía empezó a caminar por la calle al borde de la acera a paso lento. Siete días faltaban. Ciento sesenta y ocho horas de su vida se habían perdido en alguna parte. Pero lo peor era la sospecha de que el tiempo no era lo único que le estaba faltando en ese momento.
lunes, 14 de abril de 2008
Venía rápido
Y como una ameba me traslade hasta el charco de sangre paulatina, sangre paulatina que fluia de un caño rigido negro rodeado de cables negros y amarillos y mi sangre lentamente salia de mis fosas nasales y llenaba espacios de pavimento mientras una mosca se posaba en un hueso que era una isla en medio del charco y roia el hueso con sus patitas bien finas a mucha velocidad hasta que de repente cesó su movimiento y pocas veces había visto una mosca morir, en ese instante me senti mas vivo, trate de ponerme de pie y logre incorporarme y vi el cielo rosa del atardecer como fondo de mucho campo verde y lo que creo que era soja y caían gotas desde mis pestañas hasta la raya amarilla del pavimento que creía confundir con cables a tierra; perdí el conocimiento otra vez.
No sé si abrí los ojos y era mucha lagaña mezclada con arena o estaban cerrados pero algo me hizo ver como un brillo alargado y una sirena y recordé que venía cantando ´iba muy rápido muy rápido y se le soltó un patín a él que era rey de esta jungla se le soltó un patín. Y se me soltó algo o me distraje o se cruzó una vaca pero las vacas son buenas y dignas de esquivar y tal vez ahí di tumbos y quedé en el pavimento.
Y no había cables pero veía cables. Y no había hilos verticales que subían como hilos dentales hacia el cielo pero los veía claramente. Y no había cuerdas de guitarra en silencio pero estaban ahí.
Sobreviví.
No sé si abrí los ojos y era mucha lagaña mezclada con arena o estaban cerrados pero algo me hizo ver como un brillo alargado y una sirena y recordé que venía cantando ´iba muy rápido muy rápido y se le soltó un patín a él que era rey de esta jungla se le soltó un patín. Y se me soltó algo o me distraje o se cruzó una vaca pero las vacas son buenas y dignas de esquivar y tal vez ahí di tumbos y quedé en el pavimento.
Y no había cables pero veía cables. Y no había hilos verticales que subían como hilos dentales hacia el cielo pero los veía claramente. Y no había cuerdas de guitarra en silencio pero estaban ahí.
Sobreviví.
sábado, 12 de abril de 2008
a Gilda (la casa del hombre del sonido)
Detrás del río en Lanús
pasando puentes con agujeros
curtiembres cerradas sin luz
y calles de sed sin viajeros
Brillan anteojos
en Villa Diamante
Se oye una voz
profunda y errante
Que encierra el misterio:
una mujer hecha de notas
de música, cuerdas finas
de venas y costillas rotas
Mezcla de mujer y sonido
avanza torciendo su boca
apenas audible, un silbido
entre mesas gentes y copas
Y yo distraído y atento
acerco mi oído tapado
Le escucho, decido muy lento
el juego fatal y vedado
de entrar con una mentira
de jugar a estar enrredado
de tener su piel en la mia
y sentir como enamorado
Porque la Navidad dura un dia
Y el fin de año otro tanto
de magia a ausencia fue Gilda
y su alma a seguir navegando
Pero un loco diamante no pasa
de brillar a quedar en olvido
porque vive en mi vaso, en su casa
la casa del hombre del sonido.
pasando puentes con agujeros
curtiembres cerradas sin luz
y calles de sed sin viajeros
Brillan anteojos
en Villa Diamante
Se oye una voz
profunda y errante
Que encierra el misterio:
una mujer hecha de notas
de música, cuerdas finas
de venas y costillas rotas
Mezcla de mujer y sonido
avanza torciendo su boca
apenas audible, un silbido
entre mesas gentes y copas
Y yo distraído y atento
acerco mi oído tapado
Le escucho, decido muy lento
el juego fatal y vedado
de entrar con una mentira
de jugar a estar enrredado
de tener su piel en la mia
y sentir como enamorado
Porque la Navidad dura un dia
Y el fin de año otro tanto
de magia a ausencia fue Gilda
y su alma a seguir navegando
Pero un loco diamante no pasa
de brillar a quedar en olvido
porque vive en mi vaso, en su casa
la casa del hombre del sonido.
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