domingo, 16 de septiembre de 2007

Ceteris Paribus

Él trataba de recordar cómo era la expresión en latin, pero no podía. No era asunto para un caballo blanco tampoco, pero quería recordarlo. Era la expresión que hablaba de mantener constante todas las variables menos una, para analizar esa. De tratar de aislarse del resto de las cosas para resolver de a una.

Tratando de olvidar que no tenía nada para olvidar ultimamente, en un bar, una pequeña sorpresa. Un regalo simple. Una cerveza gratis, la segunda. Ser cliente de un bar tiene sus privilegios, pensó, sobre todo por el gesto que lo hizo sentir acompañado. Y en estado de neblina una chica se acercó. Te conozco, le dijo, mirandolo con ojos celestes familiares pero pelo rubio de película clase B. De algún lado te conozco, repitió ella con ojos de esperar respuesta, de saber y esperar ser recordada. Pasaron unos minutos, unas palabras, un poco de revoloteo de bar y de personas. Y él finalmente recordó. "Ya me acordé. Una vez nos acostamos" le dijo.

La cerveza estaba fría y la sensación era agradable, la de primero tomar y después pensar que estaba rica, cuando ya quedaba solo el resabio en algun lugar del paladar. Pero las burbujas encerraban algo, algo así como una habitación sin puertas en la que él estaba sin poder salir. La espuma era una maraña de burbujas que se deshacían y volvían a aparecer continuamente. Y de repente dos burbujas que chocaron no se rompieron. Y de a poco todas fueron quedando separadas, redondas, quietas, medibles. Todas menos una que llamaba su atención, la que contenía el cuarto y a él mismo. Y ahí sintió que había comprendido. No mas espuma. Ceteris paribus. Esas eran las palabras en latin. Si pudiera mantener todo constante para cambiar eso sin que el resto moleste, si que todo se entremezcle, sin tener que ser un experto nadador de la espuma blanca. Ceteris paribus, rezó para sí. Dejó el vaso vacío, y salió hacia la calle en dirección hacia su casa, contento de irse solo, y de haber recordado.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Venado Tuerto

La llovizna mojaba el pavimento y un camión volcado sobre el guardarail no auguraba una tarde muy afortunada. Hacia el costado el verde intenso húmedo del campo todavía pasaba por mis pupilas aunque ya había dejado el campo atrás y me estaba adentrando en zona urbana nuevamente. Pero es como si hubiera grabado la imagen movida, corrida, del pasto al costado del camino y más allá y la estuviera pasando una y otra vez. Curiosamente no se veían vacas; cada vez hay menos. Y la ruta sin vacas es menos llevadera, menos acompañada. Se potencia la soledad sin ellas. La soja no es lo mismo.
Y asi los kilómetros vacíos matando una distancia tangible pero dejando viva a la gran distancia que hay entre una vaca amiga y China con soja argentina.
Sin mucho mas para decir de un dia gris y un viaje entre nieblas.