domingo, 23 de diciembre de 2007

Y sin saber por qué

Dicen que al irse dejó un implante dental en la mesa de luz. Se sabía que él ya no la soportaba más a ella ni a su padre con quien trabajaba. Y que hacía tiempo andaba con la idea de dejar Bahía Blanca, ciudad de pocos atractivos, para volver a Buenos Aires. Pero no tuvo el coraje de decirle a ella lo que le pasaba. Simplemente, un día cargó su ropa, sus discos, los regalos de casamiento que habían hecho los parientes de él, el auto de su suegro y se fué a la Terminal de omnibus para volver a Avellaneda. Así, sin mas, Sergio terminó su matrimonio y sus tres años en la ciudad blanca de camiones y puertos.

Si dejó el implante dental en realidad no se sabe, es mas bien una leyenda aportada no sin cierta malicia. Viene del conocido hecho de que Sergio sufre desmayos por presión baja, y en una oportunidad cayó de boca al suelo y se rompió la dentadura. Al día siguiente de reconstruida su boca, llegó a su casa, fue al baño antes de ir a dormir, y cayó nuevamente girando sobre su eje en un movimiento simil planetario describiendo una órbita elíptica en dirección descendente directo hacia el vidét. Sus dientes nuevos ya estaban en el olvido, dejando un agujero negro y mucha sangre alrededor.

Tal vez nunca más vayamos a saber algo de Sergio, probablemente un cobarde que no supo decirle a su mujer que ya no quería seguir con ella (quienes conocen a Karina rápidamente comprenderían el por qué). O quizás un valiente que luchó contra sus impulsos asesinos y la huida fue el único modo de evitar una masacre, propia de quienes callan y soportan tanto tiempo ciertas humillaciones. En todo caso, se han salvado al menos dos vidas.